bienaventurados
reflexionemos y meditemos sobre la presencia y el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas. El Espíritu Santo es una de las tres personas de la Santísima Trinidad, junto con el Padre y el Hijo. Es el don que Dios nos ha dado para guiarnos, consolarnos y fortalecernos en nuestro caminar espiritual.
Cuando Jesús se despidió de sus discípulos antes de ascender al cielo, les prometió que enviaría al Espíritu Santo para que estuviera con ellos siempre. Esta promesa se cumplió en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego, capacitándolos para llevar el mensaje del evangelio a todas las naciones.
El Espíritu Santo tiene muchos roles y funciones en nuestras vidas. Él nos guía en la verdad, nos convence de pecado, justicia y juicio, y nos enseña todas las cosas. Nos ayuda a comprender las Escrituras y a discernir la voluntad de Dios para nuestras vidas. También nos capacita con dones espirituales para servir a la Iglesia y al mundo.
El Espíritu Santo trabaja en nosotros para transformarnos a imagen de Cristo. Él produce fruto en nuestras vidas: amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Cuando permitimos que el Espíritu Santo nos moldee y nos guíe, experimentamos una vida llena de poder espiritual y vivimos de acuerdo con los propósitos de Dios.
Es importante abrirnos a la presencia y el poder del Espíritu Santo en nuestra vida diaria. Podemos hacerlo a través de la oración, la adoración, la lectura de la Palabra de Dios y la comunión con otros creyentes. Debemos estar dispuestos a rendirnos a su dirección y permitirle que tenga el control en nuestras vidas.
El Espíritu Santo es un regalo invaluable de Dios para nosotros. Nos capacita, nos consuela, nos fortalece y nos guía en nuestro viaje espiritual. Permítanle trabajar en sus vidas, confíen en su dirección y experimenten la plenitud y el poder del Espíritu Santo. Que el Espíritu Santo sea siempre bienvenido en nuestros corazones y en nuestra comunidad de fe.
Que Dios les bendiga abundantemente con la plenitud del Espíritu Santo. Amén.
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